Las otras pandemias (III)¿Una profesión que agoniza?

Por Benjamín Alexis Garavito Linares*

Los lectores que han seguido mis reflexiones en torno a la profesión de la Ingeniería de Petróleos, su rol en las actuales circunstancias de pandemia global, seguramente ya se están anticipando a la propuesta que quedará aquí plasmada para la post-pandemia.

Evidentemente, está sustentada en la tradicional, necesaria y exitosa simbiosis teórica y práctica de los hospitales universitarios, para lograr con un plan, diseño e implementación piloto salvar esta profesión y sacarla de la UCI donde se encuentra a un escenario diferente, quizás para algunos innovador, posiblemente disruptivo, aunque preferiría que se catalogara como razonable para lo que acontece y hacia donde nos hemos dirigido casi de una forma autómata muchos de nosotros, en algún momento del ejercicio profesional.

Ya desde la búsqueda de un “trabajo” en la gran industria petrolera, lo cual excepcionalmente significaría “hacer alguna ingeniería”, la realidad es que allí es más operativa y, por esto, las “plazas laborales” son fácilmente reemplazables por otros profesionales o técnicos con calificación en procesos repetitivos, tipo ISO 9000 y todas las demás. También aparecen opciones en el ejercicio profesional de ser “consultor” y la experiencia adquirida dirigirla a mejorar procesos. Ahí existiría un atisbo de “ingeniería”, quizás. Lo anterior aplica para los dos lados del escenario: como empleado o como empresario.

Una tercera alternativa, con lo cual se omite el paradigma de la “plaza de trabajo”, el “contrato”, el “puesto”, el “nombramiento”, es la academia, y entiendo que algunos son escépticos en regresar a esta, incluso para una formación adicional en posgrados, doctorados y posdoctorados. También, excepcionalmente, cuando esto está patrocinado por la “gran industria” y ocurre el síndrome del futbolista, donde siempre relacionará su desarrollo al club al que pertenece o perteneció y con cierta dependencia en asumir una posición propia o tener una “camiseta propia”.

Entonces, es recurrente escuchar que los profesionales en su ejercicio pierden su individualidad y pos formación y la asumen como de una entidad, empresa o institución en específico; se acostumbra a manifestar y enfatizar: “Cuando estuve en “X,Y o Z” hice, deshice y reinventé tal o cual ‘proeza épica’”. Realmente cualquier cuestión hecha no le pertenece al profesional, y aunque se niegue a reconocerlo, esto lo define el mismo contrato celebrado Además de perder su identidad, se pierde el conocimiento certificado en los desarrollos logrados, que ahora serán del empleador.

Hay empresas y conglomerados expertos en esta “apropiación legal” del conocimiento de sus profesionales, a todos los niveles. El regreso a la academia por lo anterior, debe ser legítima a un propósito mayor y además declarado: fortalecer su rol de “árbol del conocimiento” para ayudar sinceramente a la “industria” y el desbarajuste en que se encuentra desde su origen, justamente por no tener una concepción armónica.

El fortalecimiento de la academia es necesario para implementar a manera de la simbiosis en el servicio médico, la integralidad y el orden de las cosas que debe tener un hallazgo de hidrocarburos desde su punto de origen y en una aplicación rigurosa del método científico, desde lo particular hasta lo general. Es como volver a barajar las cartas y eliminar la “casa”, para corregir aquello, que la “casa siempre gana”.

Si el lugar de origen de los hidrocarburos es un territorio desde siempre “olvidado, abandonado, precario, miserable”, es una buena oportunidad para cambiar esta dinámica incorrecta. Deben habilitarse hoy y ahora, luego de la pandemia o viviendo a pesar de su existencia, la construcción de los “Campos Universitarios Energéticos”, donde a partir de la academia, su sensibilidad por el conocimiento, la investigación aplicada, el desarrollo y la cooperación suficiente, logremos “desindustrializar”, en principio la producción de los hidrocarburos e implementar una línea paralela que puede llegar a constituirse en complementaria para la “industria”, siempre y cuando las reglas de juego permitan una coherencia en los intereses comunes de todos los intervinientes.

Además de liberar de los cuidados intensivos a la profesión de Ingeniería de Petróleos, lograría una transformación concurrente a la visión energética integral en sus diferentes órdenes como fuentes directas, incluyendo en la primera etapa a los hidrocarburos como eje real para el desarrollo regional en los territorios donde se exploran, encuentran y producen estos recursos energéticos prioritarios. Para la academia también es una oportunidad excepcional de descentralizar su accionar y construir alrededor de los requerimientos energéticos, todos los demás asociados con las personas, comunidades, instituciones, así como para las empresas públicas y privadas.

*Cofundador y director ejecutivo de Xua Energy. bgaravito@xuaenergy.org

GacetaRegional

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