Cierre de la frontera: una pesadilla

Por: Rodolfo Mora Mora *

Hace tres años,  el 19 de Agosto de 2015, Venezuela decidió cerrar  la frontera con Colombia.   Ni siquiera fue una sorpresa, porque ya nos habíamos acostumbrado a estos cierres debido a las tensas relaciones entre Colombia y Venezuela; eran cierres que incomodaban a las personas de ambos lados, pero solo por algunas horas.

Las sorpresas se fueron dando con el pasar de los días y las esperanzas de normalización se fueron esfumando. Cada sorpresa ha venido superando a la anterior y ya hemos perdido la capacidad de asombro.

Con asombro presenciamos la llegada de cerca veinte mil compatriotas expulsados por el gobierno venezolano, pero ya nos acostumbramos a ver llegar miles y miles de venezolanos expulsados de su país por las circunstancias. Que una persona emprendiera un viaje a pie de Cúcuta hasta Bogotá era algo totalmente extraordinario   y poco creíble; pero ya vemos que miles de personas lo hacen diariamente y se nos volvió algo casi normal; olvidamos el drama que cada una de estas personas está viviendo.

Pero si con asombro leo estas palabras:

“(…) de Venezuela la rica, la riquísima, la mil veces rica, —inesperado centro de musicalia, sede de la más audaz arquitectura, lonja de artistas, mecenas estrellado (¡oh antifaz, oh irrisión!)—, de Venezuela humeante de petróleo, husmeante de pan, azul de hierro, lívida de hambruna, centelleante de brillantes, mate de malaria, han venido millones de pobres venezolanos y los millares de sombras que toman aquí, entre nosotros, vacaciones de los penales, presidios, cárceles, penitenciarías y bóvedas, en que pagan el planteamiento de un pleito: ¡el vuestro, el nuestro!”;    con asombro, porque fueron escritas hace más de 50 años  por el poeta Jorge Zalamea, refiriéndose a la llegada de gente,  en su poema EL SUEÑO DE LAS ESCALINATAS  y parecen describir la situación actual.

Son tantas cosas y tan inesperadas las que han ocurrido en estos tres  años que parecen un sueño, o  que el sueño del poeta se está realizando trágicamente y ya no le podemos llamar sueño sino pesadilla.

Un año después, la frontera fue abierta para peatones,  pero no por decisión de los gobiernos sino por un grupo de valerosas mujeres que lo hicieron por la fuerza, sin violencia, con la fuerza de la necesidad y la convicción;   entonces   los gobiernos decidieron abrir la frontera como paso peatonal.

Hoy, tres años después,  no podemos decir que la frontera está abierta  ni podemos decir que está cerrada. Para efectos legales la frontera está cerrada y  por eso no se ha podido legalizar la situación de los vehículos venezolanos que tenían permiso para transitar por todo el territorio colombiano, en el momento del cierre; pero está abierta para paso de mercancías, importadas o exportadas,  en unas horas de la noche.

Hace tres  años no estábamos preparados para un cierre total de nuestra frontera con Venezuela, y eso ocurrió. Hoy tres años después no estamos preparados para una apertura total de la frontera y eso puede ocurrir.

*Expresidente de Fenalco Norte de Santander

 

 

 

 

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