XISMA. Los Tres Monos Sabios (IV). ¡El caso de las elecciones con un solo candidato!

Por Benjamín Alexis Garavito Linares*

Hoy hace 71 años, una patrulla de la policía militar disparó contra el vehículo donde viajaban Darío Echandía y su hermano Vicente, este último murió, al igual que un comerciante y dos estudiantes, por el criminal ataque. Echandía, candidato del partido Liberal y líder de esa colectividad, a pesar de haber obtenido las mayorías en el congreso y donde en una de sus primeras decisiones, legislaron para anticipar las elecciones seis meses, con respecto a su fecha prevista en junio de 1950. Se retiró de la contienda a causa del atentado del que fue víctima por parte del establecimiento.

Al día siguiente fue elegido presidente de la República de Colombia, con un 99,95% de la votación y con más de un millón de votos, el conservador Laureano Gómez. No tuvo competidor y tampoco recato en hacer lo correcto. Ese atentado aleve incrementó el odio y una espiral de violencia partidista sin precedentes en la historia republicana en nuestro país. Aunque la Corte Suprema había avalado la decisión del congreso en cuanto al anticipo de las elecciones, aun así, no evitó la ilegitimidad de una contienda donde por lógica, procedimiento y hasta coherencia democrática, no fue posible llevar a cabo una elección justa, y donde el establecimiento que había estado a cargo y extralimitado en su poder, con el presidente Mariano Ospina, indudablemente conservador, además cerró el congreso antes de la fecha electoral, por ser ellos minoría parlamentaria.

Entre los antecedentes a esta situación de la debacle democrática por aquellos días, lo venía contrastando el liderazgo y ascenso de Jorge Eliécer Gaitán, quien diecinueve meses antes pregonaba: “No soy un hombre, soy un pueblo”, con su marcha del silencio a la luz de velas y cientos de miles de ciudadanos en paz, con una protesta que devastó el ya desgastado poder de los conservadores; los derrotó mucho antes de cualquier posible elección y desencadenó una serie de acontecimientos que derivaron en la infamia, la argucia tenebrosa, el plan sistemático, el fervoroso odio y como resultado de este desbocamiento, una de las primeras consecuencias: su asesinato el 9 de abril de 1948. Y, ahí abrieron nuestra propia caja criolla de pandora.

Hasta nuestros días, esa caja continúa abierta y aunque se hacen propósitos, intentos, se pasan las décadas y a pesar de la inteligencia probada de muchas personas de buena voluntad, el modus operandi persiste en modificar las reglas del juego y/o eliminar al contradictor, lo cual aglutina una densidad tal en esa compuerta o quizás en su amorfia irreversible, para dicha caja, que por sus imperfecciones ya es muy complejo cerrarla.

Ese estado de cosas al inicio de los años cincuenta del siglo XX se deformó aún más con el golpe militar de 1953 liderado por el General Gustavo Rojas Pinilla, y aunque fue un periodo de apenas cuatro años hasta restablecerse la democracia en Colombia, volvió a ser protagonista en dicha causa el eminente Darío Echandía. Aun así, cualquier régimen deja una herida que se mantiene en la institucionalidad, así su siguiente estadio sea nuevamente la democracia, el único techo estructurado y pensado por las personas de bien en nuestra débil civilización.

Durante estos últimos días y por distintos medios de comunicación se generó una discusión política sobre las opciones ideológicas que constituyen la tendencia en el pensamiento: la ontología, el hacer, el proceder y demás manifestaciones que nos definen como seres humanos “sapiens”. Como lo mencioné en otros escritos y con propósitos diversos, es muy riesgoso aceptar y defender una orilla ideológica en cualquier razonamiento y ámbito de la existencia. No es tan simple como el diagrama cartesiano, así tenga cuadrantes, zonas con menor o mayor incidencia y demás consideraciones que, en muchas ocasiones, no se escrutan e, incluso, se heredan tradicionalmente, como algunos dogmas aceptados, permitidos y, bajo ninguna posibilidad, controvertidos.

Leonardo da Vinci en su representación del hombre de Vitruvio ofrece una excelsa posibilidad de unificar en las proporciones humanas, además de su belleza, en lo armónico y ahí, evidentemente, más que una metáfora renacentista es un realidad concreta donde se integran elementos de los cuales somos interdependientes, correlativos y a la vez omnímodos. Quizás ahí, en lo paradójico y utilizando, esa sí  una metáfora reciente de Noah Harari, cuando expone en sus libros que avanzamos desde animales a dioses, en un largo, incierto, desastroso y a la vez, inspirador camino que se denomina vida.

Esa puede ser una explicación apropiada a los extremos integrados como en una especie de esfera. Todos los inventos y descubrimientos humanos determinan que las posibilidades de blanco y negro únicamente, son mínimas y se confundirían con los ciclos repetitivos o semejantes a los eternos retornos que ocurren continuamente en los relojes biológicos que están en nuestra mente y cuerpo. Con algunos de estos elementos, similares a los mecanismos de un modelo mecánico, una formula química, una partitura musical y hasta la simetría en un cuadro, escultura o proporcionalidad arquitectónica, es factible encontrar equilibrio.

Negarse a la perspectiva de la política, por sus antecedentes demonizados en nuestra historia local o global, sería equivalente a desfallecer en cualquier otra causa altruista, que puede ser deformada por quienes se mantienen y prefieren que la mayoría continúen en la etapa antes de ser dioses. La mayor derrota para quienes pretenden insultar la inteligencia de sus semejantes, en el escenario político, consiste en insistir, persistir y no desistir en el continuo perfeccionamiento de la democracia, transformando la ética en una praxis verificable, fortaleciendo las instituciones, respetando el disenso ideológico pero, adicionalmente, comprendiendo todo lo que integra la realidad armónica en el otro; teniendo incluso la capacidad de alentar su relato y discurso, aunque éste sea diferente y opuesto al nuestro.

Aunque nos desplacemos por movilidad en líneas rectas, diagonales y, aparentemente, cartesianas es fundamental reconocer y potencializar nuestro antropocentrismo, porque si pretendemos estar siempre en la cima de los acontecimientos para avanzar, debe hacerse a pesar de las dificultades, y eso sí observando con serenidad, elevando una plegaria piadosa y con la certeza de que cada vez menos personas continúen en la sima, allí donde se engendran, cultivan y, a pesar de su oscuridad, subsisten regímenes, incluso indiferentes a las misma ideologías que los sustentan o en las tendencias de su asintomática inteligencia, aunque idénticas en su criminal proceder.     

Cofundador y Director Ejecutivo de XUA ENERGY. bgaravito@xuaenergy.org|www.xuaenergy.org

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